Hoy te explico como comenzó el conflicto entre Ucrania y Rusia, también te muestro imágenes de la ocupación militar de Ucrania por Rusia 2022
Dos nuevos países han surgido en el tablero político mundial. O al menos en el mapamundi ruso.
El pasado lunes 21 de febrero, el presidente de la Federación Ruso, Vladimir Putin firmó los decretos que reconocen la independencia de la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk en el este de Ucrania.
Y eso no es todo: El presidente ruso también le ordenó a su ministro de Defensa el despliegue inmediato del ejército ruso en estas dos nuevas repúblicas para llevar a cabo una “operación de mantenimiento de la paz”.
Lo que, por supuesto, en palabras de Putin, significa demostrar que controlas el territorio.
De hecho, en esta misma línea, el propio gobierno ruso ha enviado a la Duma, para su ratificación, los tratados de defensa alcanzados con las nuevas repúblicas populares.
Dos tratados, que, por supuesto y como no podía ser de otra manera, le encargan a Moscú la protección de estos territorios, le facultan para desplegar tropas y le permiten construir bases militares en ellos.
Te contamos cómo esta jugada, el reconocimiento pleno de la independencia de estas dos “repúblicas” era algo más que probable. Por así decirlo es una jugada que forma parte del manual habitual de Moscú.
Con todo el despliegue de tropas rusas en las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk supone la primera incursión formal de tropas rusas en territorio legalmente ucraniano y una violación flagrante de los acuerdos de Minsk II.
Algo que ha disparado la tensión y el miedo a que esta operación sea solo el preludio de una invasión a gran escala de Ucrania.
Lo que por cierto sigue siendo negado por el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskiy.
Bajo su punto de vista este movimiento, a pesar de suponer una clara violación de la soberanía ucraniana y de los acuerdos de Minsk II, simplemente ha “legalizado” la actividad que el ejército ruso lleva realizando en la región desde el año 2014.
La realidad que todo el mundo conocía, que Moscú negaba y que ahora nos alarma que se haya confirmado.
Sobre todo, si tenemos en cuenta como Moscú ha rodeado Ucrania por tierra, mar y aire: Sea como sea, el caso, es que toda esta situación pone sobre la mesa unas cuantas preguntas:
¿Qué consecuencias puede tener este reconocimiento? ¿Qué supone para el conflicto entre Moscu, Ucrania y Occidente? ¿Cómo son exactamente estas repúblicas?
Desde su autoproclamada independencia en el año 2014 las nuevas repúblicas han quedado aisladas casi por completo del resto de Ucrania y prácticamente de todo el mundo con la excepción, claro está, de Rusia.
Hoy forman uno de los territorios más opacos, cerrados y militarizados de todo el planeta.
La República Popular de Donetsk tiene unos 2.3 millones de habitantes, según el censo de 2015 y una extensión de 8,902 km2
Denis Pushilin, que formó parte de una enorme estafa piramidal en Rusia y Ucrania es su líder.
Por su parte la República Popular de Lugansk tiene unos 8,300 km2 y 1,6 millones de habitantes.
En total hablamos de unos 17.200 km2, el equivalente a la superficie de Kuwait o Swazilandia y aunque la población podría ser en realidad muy inferior.
Digamos que resulta difícil de precisar por los enormes desplazamientos de población del conflicto que arrancó en el año 2014.
El año que dio forma a estas dos nuevas repúblicas.
El día 22 febrero del año 2014, el por aquel entonces presidente de Ucrania y aliado de Moscú, Viktor Yanukovich, huyó de la capital y dejó su puesto como consecuencia de las protestas desatadas por la Revolución del Euromaidán.
Y ahí, justo ahí es cuando comenzó la tormenta.
Rusia, respondió a la revolución del Euromaidán anexionándose Crimea con los famosos hombres de verde y alimentando la sublevación del este del país.
Sin embargo, si la toma de Crimea fue limpia, los levantamientos en el este de Ucrania fueron un caos.
Las protestas en Donetsk y Lugansk pronto dieron paso a un conflicto armado entre el nuevo gobierno de Ucrania y las milicias locales respaldadas por Moscú.
Inicialmente los rebeldes prorrusos avanzaron rápido y se hicieron con el control de la totalidad de los Oblast de Donetsk y Lugansk.
Sin embargo, el contraataque del ejército ucraniano y particularmente de los batallones de voluntarios obligaron a Rusia a enviar tanques, baterías antiaéreas y artillería de largo alcance para frenar la ofensiva y obligar a Ucrania a pactar un alto el fuego y firmar los acuerdos de Minsk II.
Desde entonces la línea del frente se ha mantenido más o menos estable. Los acuerdos de Minsk II fueron un intento de poner fin al conflicto.
Impulsados por Francia y Alemania con el escepticismo de Estados Unidos, el acuerdo reconocía la soberanía ucraniana a cambio de Kiev les otorgará a las regiones sublevadas un status de autonomía especial.
Claro que las definiciones fueron imprecisas y al final ninguna de las partes cumplió su palabra.
En cualquier caso, si hoy por hoy algo está claro es que, por mucho que moleste en Bruselas, una vez que Rusia ha reconocido la plena independencia de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, estos acuerdos ya no valen nada, son papel mojado.
Además, el conflicto nunca se terminó.
El fuego de francotiradores y los intercambios de artillería fueron constantes por ambos bandos.
En total se calcula que esta guerra ha causado entre 14.000 y 20.000 víctimas mortales, además de por lo menos 2 millones de desplazados.
En otras palabras, que los acuerdos de Minsk II fueron otra de esas grandilocuentes operaciones europeas repletas de buenas intenciones pero que a la hora de la verdad nadie se las cree, ni siquiera los propios firmantes.
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El caso es que así es como surgieron las nuevas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk.
Dos repúblicas que viven prácticamente bajo un estado de guerra.
Las instituciones fueron asaltadas; se impuso un modelo ultranacionialis, conservador y militarizado; y muchas, por no decir, la mayoría de las grandes empresas y los activos productivos, como las minas o las fábricas de acero, fueron expropiadas o puestas a disposición de oligarcas amigos de Moscú.
Este es por ejemplo el caso de Yevgeni Yurchenko, un inversor ruso que ahora controla los activos más valiosos.
Y sí, también han establecido un modelo político-policial de mano dura.
Y ojo porque hablamos del que era uno de los territorios más desarrollados de toda Ucrania.
Por supuesto, tal y como te puedes imaginar, todo esto ha tenido consecuencias.
Hace apenas una década, Donetsk fue una de las sedes más importantes de la Eurocopa del año 2012 que fue organizada por Ucrania y Polonia.
Para albergar esta competición la ciudad se vistió de gala: se restauró buena parte de la ciudad, se construyó un nuevo aeropuerto, se arreglaron las carreteras y se abrieron nuevos y relucientes hoteles.
Tampoco resultaba extraño.
Las regiones de Donetsk y Lugansk, formaban el conocido como cinturón del óxido, el motor económico de toda Ucrania, un importante enclave minero e industrial, hogar de las mayores acerías del país.
Donetsk también era el hogar y principal sede del emporio de EE, el hombre más rico de Ucrania, un multimillonario cuya fortuna Forbes calcula en unos 7.000 millones de dólares.
Hoy todo eso ha quedado atrás.
Las infraestructuras están destrozadas, el servicio de telefonía móvil e internet es irregular en el mejor de los casos, la actividad económica se ha desplomado, los empleos han desaparecido y cerca de la mitad, ojo la mitad de la población podría haber emigrado al resto de Ucrania, a Rusia o al resto de Europa, sobre todo a Polonia.
Por supuesto, las empresas y las cadenas internacionales han cerrado sus puertas a cal y canto.
Hoy estas 2 repúblicas son territorios muy pobres que viven esencialmente del contrabando y de la financiación rusa.
Y es que de hecho en ellas todo es Rusia: la moneda de curso oficial es el rublo, a sus ciudadanos se les expide pasaportes rusos, tienen acceso a los beneficios sociales de Rusia y sus mandatarios se han unido al partido político de Putin.
Lo de la independencia es un poco de broma.
Sin reconocimiento internacional las inversiones y el comercio lo tiene muy complicado.
Para colmo, tras el reconocimiento de su independencia por parte de Rusia, el presidente Joe Biden ha firmado una orden ejecutiva que prohíbe que cualquier empresa, entidad o ciudadano de Estados Unidos participe directa o indirectamente en proyectos de inversión, exportaciones, importaciones, financiación o cualquier otro negocio con estos territorios.
Donetsk y Lugansk han quedado aislados de la comunidad internacional.
Lo que hasta hace poco fue el lugar más próspero de Ucrania hoy es una enorme ruina. Curiosamente, han sido las ciudades ucranianas del Donbass las que han salido más favorecidas.
Hablamos de ciudades que en los últimos años han recibido montones de trabajadores y empresarios de las zonas controladas por Rusia.
Este es por ejemplo el caso de Járkov, la segunda ciudad más poblada de Ucrania.
Una ciudad que históricamente ha estado muy ligada a Rusia y que fue uno de los principales centros de producción militar soviética.
Una ciudad que los rebeldes prorrusos ocuparon brevemente en 2014 hasta que fueron expulsados por una fuerza de acción rápida del ejército ucraniano.
Hablamos de una ciudad donde se calcula que en 2014 apenas un tercio de la población era leal al gobierno ucraniano.
Un porcentaje que ahora se podría haber incrementado por encima del 70% gracias a lo diferente que ha sido su evolución económica respecto a la que han tenido los territorios en mano de los rebeldes prorrusos.
Sí, el mayor enemigo para Moscú puede ser, precisamente, la falta de futuro que entraña su ocupación.
Viendo como están las cosas en la propia Rusia, ¿Cómo no van a mirar los ucranianos hacía el oeste?
Ahora bien, llegados hasta aquí ¿Qué supone exactamente el reconocimiento de Rusia? ¿Por qué ha generado tanta alarma?
Bien, en primer lugar, porque la “operación para el mantenimiento de la paz”, supone la primera incursión reconocida de tropas rusas en territorio ucraniano.
Pero también porque tarde o temprano podría actuar como una excusa perfecta para la invasión o cuanto menos para mantener la tensión al rojo vivo.
Rusia respalda las reclamaciones territoriales completas de los separatistas de Ucrania.
Putin ha dicho públicamente que Rusia respalda todas las reivindicaciones territoriales de los separatistas prorrusos.
Eso sí, también dijo que correspondía a los separatistas negociar con Kiev la forma de resolver esta disputa fronteriza.
Eso puede significar dos cosas.
Por un lado, la excusa perfecta para lanzar una invasión parcial sobre todo el Donbass y quizás también las costas del Mar Negro si el ejercito ucraniano muestra resistencia.
Por otro, puede ser la fórmula escogida para elevar aún más la tensión, intentar lograr un tanto político en la mesa de negociación y guardarse la baza de la invasión para el futuro.
Si esto es así, la presencia de tropas rusas no tendría por qué suponer ningún cambio.