Todo lo narrado en esta entrada son historias absolutamente reales y verificables que sucedieron jugando ouija.
No son leyendas, no son relatos.
Se trata únicamente de gente como tú, que quiso experimentar, pero algo le salió mal.
Cada vez más gente cree en la existencia de algo, algunos lo llamarán alma, espíritus, o espectros, y los más científicos, información cuántica que permanece tras la muerte.
Desde tiempos inmemoriales el ser humano ha tratado de contactar con los que nos dejaron usando los más diversos rituales y métodos, siendo actualmente el más popular y accesible el tablero ouija.
Creada a final del siglo XIX, pero posiblemente con raíces ancestrales, la ouija se ha convertido en todo un fenómeno social.
Simple charlatanería para unos, algo muy peligroso con lo que no se debe jugar para otros.
Esta es la lista de aterradoras historias reales de gente como tú, con nombre y apellidos, que jugó a la ouija, pero todo salió mal…
Angela Jackson, residente en Kilbarchan, Escocia, fue desde su adolescencia una persona interesada por lo paranormal.
Debido a que predijo el fallecimiento de su papá, que en ese momento se encontraba totalmente sano, antes de que un cáncer fulminante se lo llevara, aunque nunca pensó que su caso acabaría más tarde, durante 2014, en la prensa.
Hasta que, en una especie de espectáculo paranormal, una psíquica que lo conducía, se acercó a ella entre todos los espectadores y en voz alta le dijo: “Tú papá te pide que jamás uses la ouija”.
Tiempo después, en una reunión en casa de sus vecinos, y sin hacer caso de las advertencias, Angela, aceptó participar en una sesión espiritista mediante la ouija.
Pronto el espíritu contactado manifestó querer hablar tan sólo con ella, y preguntado que quería decirle respondió un escueto: “Vas a morir, perra”.
Según Angela y sus vecinos, el vaso usado como marcador terminó volando hasta estrellarse contra la pared.
En ese momento y ya muy alterados, los vecinos pusieron punto y final a aquella sesión y se deshicieron de todo el material.
Tiempo después una pesadilla recurrente llenó de miedo cada una de sus noches, era atacada brutalmente por un hombre con un martillo.
Cuando al cerrar la puerta tras ella, sintió una presencia a su espalda.
Se giró a tiempo para distinguir una silueta masculina que le dijo: “Vas a morir, perra” justo antes de escuchar el crujido de su cráneo al ser golpeada con un martillo.
Angela logró resistir varios martillazos antes de llegar a la misma puerta exterior y lanzarse a la calle, donde quedó derrumbada en un charco de sangre mientras los peatones la socorrían.
Pese a las fracturas de cráneo logró salvar la vida por la rápida atención médica recibida.
La policía jamás logró encontrar a su atacante, y su historia trascendió a los medios, en donde ella misma dice que la ouija es algo demasiado peligroso, y advierte que nadie juegue con eso, porque nunca sabrás lo que está esperando al otro lado.
Otro caso que saltó a los medios en el año 2014 fue el de 3 jóvenes, Alexandra y Sergio Huerta, hermanos, y su primo Fernando Cuevas, mexicano estadounidenses, quienes practicaron una sesión de tabla ouija en San Juan Tlacotenco, pequeña localidad al sur de México DF.
Ellos usaron sustancias alucinógenas naturales para vivir un viaje chamánico al mundo de los espíritus para contactar con los papás fallecidos de los primeros.
Rápidamente todo se torció.
Alexandra comenzó a emitir extraños gruñidos, risas demenciales y voces de vamos a morir.
Pronto la siguieron los chicos, con visión doble, sordera y alucinaciones diversas…
Sus familiares con rapidez requirieron ayuda en una Iglesia cercana, pero al ser denegada llamaron a los servicios de emergencia.
Los chicos fueron trasladados en un estado de demencia absoluta al Hospital, donde poco a poco, regresaron a la normalidad… afirmando que jamás volverían a acercarse a una tabla ouija el resto de sus vidas.
Corría el otoño de 1929, cuando dos mujeres pertenecientes a la tribu india Séneca, estaban sentadas una frente a la otra con un tablero ouija entre ellas en la Reserva Cattaraugus en el estado de Nueva York.
A un lado Lila Jimerson, de 36 años, al otro, Nancy Bowen, de 66, que buscaba con desesperación el contactar con su recientemente fallecido esposo.
Había sido una muerte inesperada y sorpresiva, que dejó a Nancy llena de interrogantes a las que quería dar respuesta.
Me mataron, me mataron, me mataron…
¿Quién lo hizo?, preguntaron las mujeres.
Clotilde… fue la respuesta, a la vez que añadía una dirección.
No había pasado ni medio año, cuando Clothilde Marchand, de 53 años, la esposa de un reputado escultor abría la puerta de su casa.
Un brazo la sujetó desde detrás, a la vez que la otra mano le introducía un pañuelo empapado en cloroformo hasta la garganta mientras la empujaban al interior.
Clothilde se desvaneció sin opción a gritar a la vez que la puerta de su casa se cerraba.
Nancy Bowen, de pie ante ella, abrió su bolso y sacó un martillo.
Nadie fue condenado por el asesinato, ni siquiera Nancy, considerando el jurado, que un influjo demasiado poderoso, la había conducido a tan horrible crimen.
Por raro que pueda parecer hay gente que practica sesiones ouija en familia.
Todo aparentaba la misma normalidad de siempre, pero cambió cuando el marido de Tammy y padre de las niñas, Brian Roach, regresó a la casa tras el trabajo, interrumpiendo la sesión.
Carol entró en un extraño trance y no contestó al saludo de Brian.
Sus ojos clavados en el tablero, indicaban que algo no iba bien.
Pasaron unos segundos eternos, antes de que la mujer reaccionara y de manera calmada, se levantó mientras Brian estaba acostado en su habitación.
Seguramente sólo noto un fuerte golpe en el pecho mientras escuchaba a su suegra decir Dios me lo ordenó, y debías morir.
La abuela ordenó a Tammy y a las chicas montar en el coche familiar, emprendiendo la huida de la escena sin hacer caso a sus ruegos.
Pero la furia asesina de la abuela no se detuvo ahí, y en determinado momento expresó que las chicas también debían morir y estrelló el auto contra unas señales de tráfico con el objetivo de matarlas.
Por suerte todos resultaron ilesos excepto ella, quien con los dos tobillos rotos saltó por la ventanilla con el objetivo de arrastrar a sus nietas hasta el tráfico.
Sin lograrlo y herida, arrancó sus ropas antes de emprender una salvaje huida en la noche por el bosque.
Decenas de agentes con perros la persiguieron hasta darle caza.
Carol fue absuelta de los cargos de asesinato en primer grado consumado y 3 tentativas.
El jurado valoró su impecable historial de abuela absolutamente normal, y consideró que los hechos se produjeron en un estado ajeno a su voluntad.
Si existe un caso espeluznante en cuanto a la ouija en el mundo Iberoamericano es sin duda el de Estefanía Gutiérrez.
Una joven madrileña que una mañana de 1990 practicó una sesión espiritista ouija durante el descanso de las clases en su instituto del barrio de Vallecas.
Una de sus compañeras quería contactar con su novio recientemente fallecido en accidente de motocicleta.
En el transcurso de la sesión, una de las profesoras las sorprendió, poniendo fin a la sesión, tirando la tabla al suelo, y rompiendo el vaso que usaban de marcador.
Según declararon una especie de humo blanco surgió de la nada y se introdujo por las fosas nasales de Estefanía en ese momento.
Y desde ese instante, todo fue terriblemente mal.
Estefanía comenzó a tener fuertes convulsiones, estados alterados de consciencia, parecía dotada de una fuerza sobrehumana, hablaba con voz ronca y varonil, y veía huesudas figuras que le pedían que las acompañara.
Los médicos no encontraron causa alguna para sus males, hasta que un día fue trasladada en un estado lamentable al hospital Gregorio Marañón en Madrid, en donde falleció, considerando los médicos, el Dr., Cabeza y el Dr. Arroyo, su muerte como súbita e inexplicable.
Pero la pesadilla no acabó ahí.
De inmediato en el domicilio familiar comenzaron a sucederse fenómenos paranormales:
Sombras que vagaban por la casa, puertas y armarios que se abrían y cerraban con violencia, objetos que salían volando hasta estrellarse contra la pared, crucifijos y cuadros que giraban con fuerza, fotografías que ardían sin afectar al marco…
La situación era tan insostenible, que una noche en plena ola de efectos paranormales, la familia llamó a la policía, que se personó en la casa.
Un total de 6 agentes comandados por el Inspector Negri fueron testigos del horror, causando que 4 abandonaran el lugar totalmente aterrorizados, y siendo reportados los sucesos paranormales que se sucedían en un informe policial oficial.
La vida perdida de una joven, el terror de una familia, y un informe oficial de lo que allí se vivía, todo con un mismo origen, la ruptura brusca del ritual.
Sean ciertos estos contactos con el más allá o no, nuestro cerebro, a pesar de ser una máquina asombrosa, es altamente sugestionable.
Y cualquier tontería puede hacer que todo salte por los aires dentro de nuestra cabeza.
Sea de la forma que fuere, se sea creyente o no, el tablero ouija, parece una forma demasiado peligrosa como para pasar un rato de entretenimiento.
Recuerda, si decides hacerlo, quizás ya nada vuelva a ser como antes.
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