Hoy te explicamos un poco de la astrología, una “religión” cool que se supo adaptar a los millenials, pero su éxito no esta basado en nada.
En los últimos años ha vuelto a aumentar el interés por la astrología, sobre todo entre los jóvenes.
Cada vez vemos más astrólogos famosos tanto en las redes como en la televisión.
El debate actual acerca de la astrología se debe a que hay cada vez más adeptos entre los jóvenes.
Por eso, muchos científicos han salido al cruce y dicen que no produce conocimiento válido y que, básicamente, son unos charlatanes.
Del otro lado, los astrólogos sostienen que su estudio no responde a las reglas de la ciencia actual, pero que igualmente es válido y puede ayudar a muchas personas.
Veamos entonces cómo nació la astrología y qué propone.
Los babilonios y los egipcios empezaron a estudiar el movimiento de los planetas y lo relacionaron con los sucesos que les ocurrían en su vida cotidiana.
Luego, esta tradición llegó a la Antigua Grecia y a Roma, lo que dio pie a los signos tal cual los conocemos hoy.
Cada uno de los doce dioses olímpicos se correspondía con un signo.
Al mismo tiempo, tanto en China como en la India comenzaron estudios astrológicos.
Estas tradiciones se conservan al día de hoy y también aumentaron su popularidad.
Las tres coinciden en dividir en doce grandes grupos a las personas según su fecha de nacimiento, aunque luego varían en otras cuestiones.
Sin embargo, la astrología no se detiene en dividir a la población en los doce signos que conocemos, sino que es mucho más complejo.
Se basa, entonces, en la Carta Astral.
Es decir, la posición de los planetas, el sol y la luna según el lugar y hora exactos del nacimiento de una persona.
De esta forma, primero se determina dónde estaba el sol en relación a la Tierra cuando nació la persona.
Este es el signo que en general todos conocemos.
Pero después se determinan las llamadas doce casas.
Se divide el espacio en doce ángulos y a cada una también le corresponde un signo.
De ahí surgen, por ejemplo, el ascendente y el descendente.
De esta forma, una persona puede ser de libra y tener su ascendente en géminis y su descendente en sagitario, por dar un ejemplo.
Estos son cálculos matemáticos, que se hacen desde la visión geocéntrica que se tenía cuando surgió.
Sin embargo, las implicancias en la personalidad o la lectura que se haga de los datos son subjetivas.
Es decir, depende de la visión que cada astrólogo realice sobre la carta astral de la persona.
Para los científicos, ninguno.
Es que la astrología no sigue el método científico.
Esto es, de forma resumida, realizar una pregunta, investigar, plantear una hipótesis, experimentar esa hipótesis, analizar los resultados, determinar si la hipótesis es falsa o verdadera e informar los resultados.
La astrología no contrasta las predicciones que realiza con los resultados obtenidos.
Podemos ver la diferencia con la astronomía, la ciencia que estudia a los astros.
Mientras que tuvieron un origen común en la Antigüedad, con el correr de los siglos la astronomía se basó en el método científico, lo que le permitió evolucionar y adquirir nuevos conocimientos.
Por ejemplo, la astronomía pudo probar que hay otras dos constelaciones que deberían ser dos signos del zodíaco.
En realidad, podríamos considerar catorce signos y no solo doce.
El primero es Ofiuco: se ubica entre Escorpio y Sagitario y sería para los nacidos entre el 30 de noviembre y el 17 de diciembre.
Se cree que los babilonios ya sabían de su existencia, pero que eliminaron a este signo para que el número sea doce, al igual que los meses del año.
El segundo es Cetus y su período es muy breve: solo unas horas entre el 27 y 28 de marzo.
Pero hay otro desafío de la astronomía que la astrología no se ha ocupado de resolver.
En 2016, la NASA lo puso sobre la mesa.
Resulta que el eje de la Tierra gira lentamente y da una vuelta completa cada 25.776 años.
O sea, cada 130 siglos se invierten las estaciones.
De esta forma, desde que los babilonios calcularon los signos hace unos 5000 años cambió la forma en la que el sol apunta a las constelaciones.
Por eso es que la NASA informó cuáles serían las nuevas fechas de los signos, aunque se encargaron de aclarar que ellos no hacen astrología.
Ah, y además no se olvidaron de Ofiuco y lo incluyeron.
Hay otras respuestas que la astrología ha tenido problemas para resolver.
Por ejemplo, el caso de los mellizos.
Se trata de dos personas que nacen con minutos de diferencia en el mismo lugar.
Es decir, la posición de los astros en sus nacimientos es similar, y seguramente sus cartas astrales sean las mismas.
Sin embargo, es evidente que los mellizos tienen personalidades muy distintas.
En la misma línea, se realizaron estudios acerca de las predicciones que realiza el horóscopo, que dieron lugar al llamado efecto Forer.
Un psicólogo con ese apellido les realizó un test de personalidad a sus estudiantes.
Luego les dio los resultados.
La trampa del estudio es que a todos les dio la misma devolución.
Y la gran mayoría de ellos estuvo de acuerdo con los resultados del test.
¿Cómo lo hizo? Bueno, hay varias causas que influyen.
El sujeto tiene que creer en la autoridad del que lo evalúa y pensar que el análisis se aplica solo a él.
Pero, además, el análisis debe enumerar sobre todo atributos positivos y realizar afirmaciones vagas, en las que muchas personas se puedan sentir identificadas.
El mismo Forer reconoció que el resultado que entregó lo extrajo de horóscopos.
Por ejemplo, una parte del texto que les dio a sus estudiantes dice: Es decir, cuestiones que se contradicen y que de una forma u otra están cerca de abarcar a casi todo el mundo.
Para responder a estos planteos, los astrólogos recurren a expresiones como que la astrología solo se puede demostrar mediante la experiencia vital.
Es decir, tratan de esquivarlo y recurren a expresiones propias de la religión.
La diferencia es que las religiones, en general, reconocen que se basan en la fe.
Plantea que la razón alcanza el conocimiento hasta un punto y que luego hay cuestiones que escapan y que son territorio de la fe.
La astrología, sin embargo, parecería justificar sus afirmaciones por medio de la razón, aunque en realidad recurren a cuestiones de fe sin reconocerlo directamente.
Si volvemos al principio, podemos entender por qué hay tantos millennials que dan lugar a la astrología.
Muchos estudios han demostrado que cada vez menos personas dicen, por ejemplo, creer en Dios.
Sin embargo, la necesidad de una vida espiritual los conduce a buscar respuestas en otros lugares.
Así llegan, por ejemplo, a la astrología, una religión cool que se supo adaptar a la generación que creció en la década del 90.
Muchos astrólogos dirán que, en los términos de la ciencia actual, en realidad no.
Que la astrología tiene otra forma de construir conocimiento, distinta al método científico.
Y que, de esta forma, si es o no una ciencia sería secundaria.
El planteo es que, si bien con la ciencia se puede mandar un cohete al espacio, con la astrología se puede gestionar la propia vida.
Así, la astrología quedaría liberada de las críticas cientificistas.
Sin embargo, esto no es del todo cierto.
Porque detrás de las predicciones de la astrología existe cierto tinte de pretensión científica.
Es decir, se realizan afirmaciones como si fuera ciencia, pero después no se compromete con el método científico.
El resultado de esto es que podemos considerar a la astrología como una pseudociencia.
Las pseudociencias son las disciplinas que presentan información que parece científica, pero que no sigue el método o no puede ser comprobada.
En esta lista suelen incluirse algunas muy distintas, como la homeopatía, la grafología, la numerología, la alquimia y hasta incluso el psicoanálisis.
Pero si hay gente que dice que estas disciplinas les sirven, ¿esto significa que sus conocimientos deban ser todos desechados?
En realidad, no necesariamente, sino que se trata de diferenciar el lenguaje científico del que no lo es.
¿Qué opinas de la astrología? ¿Te parece que sirve o es una estafa? Déjanos tu comentario más abajo.
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